14.2.08

Rinconcito

Le digo rinconcito, si... Me imagino que se encuentra en un lugarcito físico dentro de mí. Aunque si miro hacia adentro la abundancia se expande sinfin, como una gota de mar que dentro de sí alberga las propiedades del mar en su completud.
Allí me refugio, allí me resguardo, allí sueño, allí creo... en él se despliegan todos mis despertares y ensueños. Allí soy libre.
A veces voy, a veces entro, a veces salgo, a veces lo olvido... aunque sigue ahí, me espera incondicionalmente.
No siempre encuentro la llave que abra la puerta de mi rinconcito. En la última visita, la dejo guardada para la próxima vez que necesite entrar, pero me ha pasado al volver que olvido donde la puse y no puedo encontrarla. En ese buscar incansable, me zambullo en los cuartos aledaños tratando de dar con ella y así darme paso una vez más hacia esa morada que me deleita. Allí es donde puedo descansar, crear, jugar, reír con locura, echarme al vacío y extender mis alas, derramar lágrimas a borbotones, soñar volando sin medidas, respirar la vida misma, conectarme con el todo de ser yo sin límites.
La llave nunca es la misma... pareciera que tiene una combinación dinámica que se modifica constantemente, ¿seré yo desde mi inconsciencia la configuradora de ese reemplazo?
Grito para mis adentros ¡Quiero entrar! ¡Quiero entrar! Envuelta en la desesperación deseo no escuchar el comité de voces que desde los altoparlantes instalados en mi mente, me aturde sin cesar. Es él, el comité del miedo. Las voces conversan entre ellas argumentando cada juicio emitido, los "porqués", los "nopuedos", los "deberías", los "quediránsi". Una habla primero, otra la interrumpe, llega una tercera y una cuarta que se estrellan en alaridos y discusiones logrando colapsarme en un enriedo insostenible. El sonido se convierte en una madeja de hilos ruidosos insoportables.
Y yo sigo sin encontrar la llave. Me abruman, me extravío. Concluyo que no queda otra que callar el comité... aunque me conformo con bajar su volumen, pues el horrendo ruido de sus mensajes retumban como si fueran los únicos ciertos disparando oscuridad y confusión.
Quedo al acecho, viajo hacia la conciencia y decido crear otro. El nuevo comité se compone de una sola voz que me dice, "-Descansa, fluye, calla...". Continúa susurrando en silencio: "La llave es tu ENTREGA, es el dejarse ir, sin control...", continúa... "-Déjate llevar niña, no temas, vuela hacia donde quieras ir, sé quien quieras ser...". Le hago caso... en el cansancio de mi lucha me entrego, me olvido, elijo el silencio... desconecto hasta el punto de no saber ni quién soy. De repente escucho el crujido, la luz sobresale blanca y brillante.... una puerta se abre, ¡la puerta de mi rinconcito! Qué lindo es volver a casa...

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